miércoles, 17 de junio de 2015

LA HISTORIA DE LAS COSAS

¿Alguna vez te has preguntado de donde vienen las cosas que usas y a donde van a parar una vez que las tiras?
Nuestro sistema económico ha sido concebido y modelado como un sistema lineal sin tener en cuenta que vivimos en un planeta finito y que existen múltiples aspectos culturales, medio ambientales y económicos que influyen en el desarrollo del mimo.
En este modelo tampoco se han tenido en cuenta a las personas que están implicadas en la cadena de producción. Dos ejemplos importantes son:

- El gobierno, el cual está compuesto por personas que deberían trabajar por el bienestar y los intereses de la gente, ya que su trabajo es cuidarnos y protegernos.

- Las empresas, las cuales en muchos casos son más poderosas que los mismos gobiernos, de las 100 potencias económicas del mundo, 51 son empresas.

A medida que las corporaciones han ido creciendo, los gobiernos parecen interesarse más en complacerlos que en realizar su trabajo, cuidar a la gente que los ha elegido.

La historia de las cosas en los textos se define como la economía de los materiales, la cual consiste en:

• La extracción de recursos naturales y que básicamente en la actualidad podemos traducir como destrozar el planeta.
• Producción industrial, la cual podemos generalizarla como la combinación de recursos naturales con productos químicos, de los cuales en su mayoría no tenemos garantías de que no sean perjudiciales para el ser humano, especialmente al ser combinados unos con otros. Además de la contaminación que el actual modelo de producción genera.
• La distribución, donde la meta es mantener los costes bajos para consecuentemente mantener los precios lo más bajos posible. Para conseguir estos precios se externalizan los costes, de forma que el coste real que conlleva obtener un producto terminado no está representado en el precio del mismo.
• El consumo, o poder de consumo, el cual nos posiciona en nuestra sociedad, entre más consumimos mejores somos a ojos de los demás. El consumo se nos ha impuesto como modo de vida, se ha convertido en una parte importante de nuestro día a día gracias técnicas como la obsolescencia programada y la obsolescencia percibida, así como los sofisticados métodos de publicidad que nos hacen sentir insatisfechos con nosotros mismos o con nuestras pertenencias.
• La eliminación, 99% de las cosas que producimos terminan en la basura en menos de 6 meses. La eliminación de nuestros desechos por norma general consiste en quemarlos o enterrarlos contaminando nuestro aire, tierra y agua. Contamos con el reciclaje, el cual es muy importante ya que reduce la necesidad de materias primas nuevas, pero no es suficiente.

Estamos llegando al límite de lo que el planeta puede ofrecernos como recursos naturales, estamos usando demasiadas cosas. Si todos los países del mundo consumieran al nivel en que lo hacemos en los países desarrollados necesitaríamos de 3 a 5 planetas como el nuestro… pero resulta que sólo tenemos uno.

Hasta hoy ya hemos consumido una tercera parte de los recursos naturales con que contaba la Tierra. Si continuamos con este ritmo, muy pronto nuestro planeta no podrá darnos lo que necesitamos para sobrevivir.
Algo que necesitamos interiorizar es que en nuestro modelo económico actual nuestro dinero y las cosas que compramos son nuestra voz, la voz que es escuchada por empresas y gobiernos. Por tanto es fundamental que empecemos a decidir conscientemente sobre cada una de las cosas que decidimos adquirir, ya que así podremos decir hacia donde queremos ir, cómo queremos que nuestra economía evolucione.


No nos cansaremos de decir que debemos pensar globalmente y actuar localmente, necesitamos desarrollar sistemas enfocados en la sostenibilidad y la igualdad, basados en desperdicio cero, ciclos de producción cerrados, economías locales, energías renovables, etc.

Para más información:

Década de la Educación para un Futuro sostenible



 INTRODUCCIÓN



Quizás debamos comenzar preguntándonos por qué, desde las Naciones Unidas, se ha considerado necesario instituir una Década de la Educación para un Futuro Sostenible.

Vivimos una situación de auténtica emergencia planetaria, marcada por toda una serie de graves problemas estrechamente relacionados: contaminación y degradación de los ecosistemas, agotamiento de recursos, crecimiento incontrolado de la población mundial, desequilibrios insostenibles, conflictos destructivos, pérdida de diversidad biológica y cultural.
Esta situación de emergencia planetaria aparece asociada a comportamientos individuales y colectivos orientados a la búsqueda de beneficios particulares y a corto plazo, sin atender a sus consecuencias para los demás o para las futuras generaciones. Un comportamiento fruto, en buena medida, de la costumbre de centrar la atención en lo más próximo, espacial y temporalmente.
Los educadores, en general, no estamos prestando suficiente atención a esta situación, pese a llamamientos como los de las Naciones Unidas en las Cumbres de La Tierra (Río, 1992, y Johannesburgo, 2002).

Es preciso, por ello, asumir un compromiso para que toda la educación, tanto formal (desde la escuela primaria a la universidad) como informal (museos, media...), preste sistemáticamente atención a la situación del mundo, con el fin de proporcionar una percepción correcta de los problemas, y de fomentar actitudes y comportamientos favorables para el logro de un desarrollo sostenible. Se trata, en definitiva, de contribuir a formar ciudadanas y ciudadanos conscientes de la gravedad y del carácter global de los problemas, y preparados para participar en la toma de decisiones adecuadas.

El compromiso, en primer lugar, de incorporar a nuestras acciones educativas la atención a la situación del mundo, promoviendo entre otros:

Un consumo responsable, que se ajuste a las tres «erres» (reducir, reutilizar y reciclar), y que atienda a las demandas del «comercio justo».

La reivindicación y el impulso de desarrollos tecnocientíficos favorecedores de la sostenibilidad, con control social y con la aplicación sistemática del principio de precaución.

Acciones sociopolíticas en defensa de la solidaridad y de la protección del medio, a escala local y planetaria, que contribuyan a poner fin a los desequilibrios insostenibles y a los conflictos asociados, con una decidida defensa de la ampliación y de la generalización de los derechos humanos al conjunto de la población mundial, sin discriminaciones de ningún tipo (étnicas, de género...).

La superación, en definitiva, de la defensa de los intereses y de los valores particulares a corto plazo, y la comprensión de que la solidaridad y la protección global de la diversidad biológica y cultural constituyen requisitos imprescindibles para una auténtica solución de los problemas.

El compromiso, en segundo lugar, de multiplicar las iniciativas para implicar al conjunto de los educadores con campañas de difusión y de concienciación en los centros educativos, con congresos, encuentros y publicaciones..., y, finalmente, el compromiso de un seguimiento cuidadoso de las acciones realizadas, dándolas a conocer para un mejor aprovechamiento colectivo.

¿QUÉ ENTENDER POR SOSTENIBILIDAD?




El concepto de sostenibilidad surge por vía negativa, como resultado de los análisis de la situación del mundo, que puede describirse como una «emergencia planetaria» (Bybee, 1991), como una circunstancia insostenible que amenaza gravemente el futuro de la humanidad.

Un futuro amenazado es, sin ir más lejos, el título del primer capítulo de Nuestro futuro común, el informe de la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo (cmmad, 1988), organización a la que debemos uno de los primeros intentos de introducir el concepto de sostenibilidad o de sustentabilidad: «El desarrollo sostenible es el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades».

La supeditación de la naturaleza a las necesidades y a los deseos de los seres humanos ha sido vista siempre como signo distintivo de sociedades avanzadas, explica Mayor Zaragoza (2000) en Un mundo nuevo. Ni siquiera se planteaba como supeditación: la naturaleza era prácticamente ilimitada, y se podía centrar la atención en nuestras necesidades sin que tuviéramos que preocuparnos por las consecuencias ambientales. El problema ni siquiera se planteaba. Después han venido las señales de alarma de los científicos, los estudios internacionales..., pero todo eso no ha calado en la población, como tampoco en los responsables políticos, en los educadores, o en quienes planifican y dirigen el desarrollo industrial o la producción agrícola.

Cabe señalar que todas esas críticas al concepto de desarrollo sostenible no representan un serio peligro; más bien utilizan argumentos que refuerzan la orientación propuesta por la cmmad, y salen al paso de sus desvirtuaciones. El auténtico peligro reside en la acción de quienes siguen actuando como si el medio pudiera soportarlo todo, y que son, hoy por hoy, la inmensa mayoría de los ciudadanos y de los responsables políticos. No se explican de otra forma las reticencias para aplicar, por ejemplo, acuerdos tan modestos como el de Kyoto para evitar el incremento del efecto invernadero. Ello hace necesario que nos impliquemos con decisión en esta batalla para contribuir a la emergencia de una nueva mentalidad, a una nueva forma de enfocar nuestra relación con el resto de la naturaleza. Como ha expresado Bybee (1991), la sostenibilidad constituye «la idea central unificadora más necesaria en este momento de la historia de la humanidad». Una idea central que se apoya en el estudio de los problemas, en el análisis de sus causas y en la adopción de medidas correctoras. Comenzaremos refiriéndonos a algunos problemas.

LOS PROBLEMAS. UNA CONTAMINACIÓN SIN FRONTERAS



El problema de la contaminación es el primero que nos suele venir a la mente cuando pensamos en la situación del mundo, puesto que hoy la contaminación ambiental no conoce fronteras y afecta a todo el planeta. Eso lo expresó con toda claridad el ex presidente de la República Checa, Vaclav Havel, hablando de Chernobyl: «una radioactividad que ignora fronteras nacionales nos recuerda que vivimos –por primera vez en la historia– en una civilización interconectada que envuelve el planeta. Cualquier cosa que ocurra en un lugar, puede, para bien o para mal, afectarnos a todos».

Conviene recordar, además, que este envenenamiento del planeta por los productos químicos de síntesis, y, en particular, por el ddt, ya había sido denunciado a finales de los años cincuenta por Rachel Carson en su libro Primavera silenciosa, en el que daba abundantes pruebas de los efectos nocivos del ddt (Carson, 1980), lo que no impidió que fuera criticada de forma virulenta por buena parte de la industria química, por los políticos, e, incluso, por numerosos científicos, quienes negaron valor a sus pruebas y la acusaron de estar en contra de un progreso que permitía dar de comer a una población creciente y salvar así muchas vidas humanas. Sin embargo, apenas diez años más tarde, se reconoció que el ddt era en realidad un peligroso veneno, y se prohibió su utilización... en el mundo desarrollado, pero continuó empleándose en los países en desarrollo, al tiempo que otros cop venían a ocupar su lugar.

Son numerosos los casos de contaminación y de problemas ambientales que los seres humanos estamos provocando desde los inicios de la revolución industrial, y, muy en particular, durante el último medio siglo. Habría que referirse a la contaminación provocada por las pilas y por las baterías eléctricas, que utilizan reacciones químicas entre sustancias que son, por lo general, muy nocivas. Millones de ellas son arrojadas todos los años a los vertederos, incorporándose después al ciclo del agua muchas de esas sustancias tóxicas, algunas de las cuales, como el mercurio, son en extremo peligrosas.

Entre los muchos ejemplos que podemos considerar, debemos referirnos a otras graves formas de contaminación, tales como las que suponen las dioxinas, sustancias cancerígenas que se producen al incinerar residuos sólidos urbanos, para «resolver» así la cuestión que plantea su acumulación, sin proceder a los necesarios estudios de impacto. Lo mismo ha ocurrido al pretender resolver el dilema de los despojos animales, reutilizándolos en forma de piensos (harinas cárnicas), que han terminado generando el problema mucho mayor de las «vacas locas», obligando a sacrificar millones de cabezas de ganado.

Pero quizás el más grave asunto de los asociados a la contaminación al que se enfrenta la humanidad en el presente, sea el que se deriva del incremento de los gases de efecto invernadero. Su importancia exige un tratamiento particularizado, y nos remitimos por ello al tema clave del cambio climático para el análisis específico del mismo.

Por último, nos referiremos de manera muy breve a otras formas de contaminación que suelen quedar relegadas a ser consideradas como problemas menores, pero que son también perniciosas para los seres humanos y deben ser igualmente atajadas:

La contaminación acústica, asociada a la actividad industrial, al transporte y a una inadecuada planificación urbanística, que es causa de graves trastornos físicos y psíquicos. La contaminación lumínica, que en las ciudades, a la vez que supone un derroche energético, afecta al reposo nocturno de los seres vivos alterando sus ciclos vitales y suprimiendo el paisaje celeste, lo que contribuye a una contaminación visual que altera y que degrada el paisaje, a la que están contribuyendo gravemente todo tipo de residuos, un entorno urbano antiestético, etc. La contaminación del espacio próximo a la Tierra, con la denominada «chatarra espacial» (cuyas consecuencias pueden ser funestas para la red de comunicaciones, lo que ha convertido a nuestro planeta en una aldea global).

 LOS PROBLEMAS. EL CAMBIO CLIMÁTICO



La alerta ante la evolución del clima se declara por primera vez a finales de los años sesenta con el establecimiento del Programa Mundial de Investigación Atmosférica, si bien las decisiones políticas iniciales en torno a dicho problema tienen lugar en 1972, con motivo de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano (cnumah). En dicha Conferencia se propusieron las actuaciones necesarias para mejorar la comprensión de las causas que estuvieran provocando un posible cambio climático. Ello dio lugar, en 1979, a la convocatoria de la Primera Conferencia Mundial sobre el Clima.

Un paso importante en cuanto a la necesidad de investigaciones y de acuerdos internacionales para resolver los problemas se llevó a cabo con la constitución, en 1983, de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, conocida como Comisión Brundtland. El informe de la Comisión subrayaba la necesidad de iniciar las negociaciones para un tratado mundial sobre el clima, para investigar los orígenes y los efectos de un cambio climático, para vigilar científicamente el clima, y para establecer políticas internacionales conducentes a la reducción de las emisiones a la atmósfera de los gases de efecto invernadero.

A finales de 1990 se celebró la Segunda Conferencia Mundial sobre el Clima, reunión clave para que las Naciones Unidas iniciaran el proceso de negociación que condujese a la elaboración de un tratado internacional sobre dicha materia.

La responsabilidad del incremento del efecto invernadero, y el consiguiente aumento de la temperatura media del planeta, es compartida casi al 50% entre la deforestación y el aumento de emisiones de CO2 y demás gases invernadero. Y sus consecuencias comienzan ya a ser perceptibles (Folch, 1998; McNeill, 2003; Vilches y Gil-Pérez, 2003; Lynas, 2004):

Disminución de los glaciares y deshielo de los casquetes polares, con la consecuente subida del nivel del mar y la destrucción de ecosistemas esenciales como humedales, bosques de manglares y zonas costeras habitadas.
Alteraciones en las precipitaciones, y un aumento de fenómenos extremos (sequías, lluvias torrenciales, avalanchas de barro...)
Acidificación de las aguas y destrucción de los arrecifes de coral, auténticas barreras protectoras de las costas y hábitat de innumerables especies marinas.
Desertización.
Alteración de los ritmos vitales de numerosas especies.

Todo ello con graves implicaciones para la agricultura, para los bosques, para las reservas de agua..., y, en definitiva, para la salud humana (Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo, 1988; McNeill, 2003). Las nuevas predicciones del ipcc para el siglo xxi señalan que las temperaturas globales seguirán subiendo, que el nivel del mar experimentará ascensos significativos, y que la frecuencia de los fenómenos climáticos extremos aumentará.

 LOS PROBLEMAS. LA BIODIVERSIDAD AMENAZADA



Es preciso reflexionar acerca de la importancia de la biodiversidad y de los peligros a los que está sometida en nuestros días a causa del actual crecimiento insostenible, guiado por intereses particulares a corto plazo y por sus consecuencias: una contaminación sin fronteras, el cambio climático... Para algunos, la creciente preocupación por la pérdida de biodiversidad es exagerada, y aducen que las extinciones constituyen un hecho regular en la historia de la vida: se sabe que han existido miles de millones de especies desde los primeros seres pluricelulares, y que el 99% de ellas ha desaparecido.

En la Conferencia Internacional sobre Biodiversidad, celebrada en París en enero de 2005, se contabilizaron más de 15.000 especies animales y otras 60.000 especies vegetales en riesgo de extinción, hasta el punto de que el director general del Programa de la onu para el Medioambiente, Klaus Töpfer, señaló que el mundo vive una crisis sin precedentes desde la extinción de los dinosaurios, añadiendo que ha llegado el momento de que nos planteemos cómo interrumpir esta pérdida de diversidad por el bien de nuestros hijos y de nuestros nietos. Pero, en realidad, ya hemos empezado a pagar las consecuencias: una de las lecciones del maremoto que afectó al sudeste asiático el 26 de diciembre de 2004 –ha recordado también Töpfer–, es que los manglares y los arrecifes de coral juegan un papel de barrera contra las catástrofes naturales, y que allí donde habían sido destruidos se multiplicó la magnitud del desastre.

Por otra parte, existe el peligro de acelerar aún más el acoso a la biodiversidad con la utilización de los transgénicos. Es verdad que puede parecer positivo modificar la carga genética de algunos alimentos para protegerlos contra enfermedades, contra plagas e incluso contra los productos dañinos que nosotros mismos hemos creado y esparcido en el ambiente. Pero esas especies transgénicas pueden tener efectos contraproducentes, en particular por su impacto sobre las especies naturales, a las que pueden llegar a desplazar por completo. Sería necesario proceder a períodos suficientemente extensos de ensayo hasta tener garantías bastantes sobre su inocuidad.

LOS PROBLEMAS. LA DESTRUCCIÓN DE LA DIVERSIDAD CULTURAL



El tratamiento de la diversidad cultural puede concebirse, en principio, como continuación de lo visto en el apartado dedicado a la biodiversidad, en cuanto extiende la preocupación por la pérdida de biodiversidad al ámbito cultural. La pregunta que se hace Maaluf (1999) expresa con toda claridad esta vinculación: «¿Por qué habríamos de preocuparnos menos por la diversidad de culturas humanas que por la diversidad de especies animales o vegetales? Ese deseo nuestro, tan legítimo, de conservar el entorno natural, ¿no deberíamos extenderlo también al entorno humano?». Pero decimos en principio, porque es preciso desconfiar del «biologismo», es decir, de los intentos de extender a los procesos socioculturales las leyes de los procesos biológicos. Son intentos con frecuencia simplistas y del todo inaceptables, tal como muestran, por ejemplo, las referencias a la selección natural para interpretar y para justificar el éxito o el fracaso de las personas en la vida social.

Las ventajas de la diversidad cultural no se reducen a las de la pluralidad lingüística. Es fácil demostrar que la diversidad de las contribuciones que los distintos pueblos han hecho en cualquier aspecto (la agricultura, la cocina, la música, etc.), constituye una riqueza para toda la humanidad.

Sin embargo, parece obligado reconocer que esta diversidad está generando terribles conflictos. ¿No son, acaso, las particularidades las que enfrentan de manera sectaria a unos grupos contra otros, no son las causantes de las «limpiezas étnicas», de los rechazos a los inmigrantes...?

Es preciso rechazar con contundencia esa atribución de los conflictos a la diversidad cultural. Son los intentos de suprimir la diversidad los que generan los problemas, cuando se exalta «lo propio» como lo único bueno, como lo único verdadero, y se mira a los otros como infieles a los que hay que convertir, naturalmente por la fuerza. O cuando se considera que los otros representan «el mal», la causa de nuestros problemas, y se busca «la solución» mediante su anulación. Los enfrentamientos no surgen porque existan particularismos, no son debidos a la diversidad, sino a su rechazo (Vilches y Gil-Pérez, 2003). Son debidos a los intentos de homogeneización forzada, que nos transforman en víctimas o en verdugos..., y a menudo en víctimas y en verdugos, las dos cosas a la vez o alternativamente, según se modifique la correlación de fuerzas. Pueblos que han visto que se les niega el derecho a hablar su lengua, a practicar su religión, etc., pasan a sojuzgar a otros cuando las circunstancias les son «favorables». Todo ello en nombre de lo propio y en contra de los otros. Todo en nombre del rechazo de la diversidad y de la sacralización de la propia identidad. Por eso Maaluf (1999) habla de «identidades asesinas».

Hay que señalar esto con mucho énfasis, porque es fácil caer en analogías biologicistas, y por pensar que la solución para la diversidad cultural está en el aislamiento, en «evitar las contaminaciones». La puesta en contacto de culturas diferentes puede traducirse (y por desgracia así ha sucedido a menudo) en la hegemonía de una de esas culturas y en la minimización o la destrucción de otras; pero también es cierto el frecuente efecto fecundador, generador de novedades producidas gracias al mestizaje cultural, con la creación de nuevas formas que hacen saltar normas y «verdades» que eran consideradas «eternas e incuestionables» por la misma ausencia de alternativas. El aislamiento absoluto, a lo «talibán», no genera diversidad, sino empobrecimiento cultural.

LAS CAUSAS. UN CRECIMIENTO ECONÓMICO AL SERVICIO DE INTERESES PARTICULARES A CORTO PLAZO



¿Podemos hablar de crecimiento económico sostenible? Conviene recordar, en primer lugar, que desde la segunda mitad del siglo xx se ha producido un crecimiento económico global sin precedentes. Por dar algunas cifras, la producción mundial de bienes y servicios creció, desde unos cinco billones de dólares en 1950, hasta cerca de 30 billones en 1997, es decir, casi se multiplicó por seis. Y todavía resulta más impresionante saber que el crecimiento entre 1990 y 1997 –unos cinco billones de dólares– fue similar al que se había producido ¡desde el comienzo de la civilización hasta 1950! Se trata, pues, de un crecimiento realmente exponencial, acelerado.

Es necesario, entonces, profundizar en el estudio de las causas del actual crecimiento insostenible, guiado por intereses particulares a corto plazo –hiperconsumismo de una quinta parte de la humanidad, explosión demográfica, desequilibrios y conflictos–, y de las medidas necesarias –tecnológicas, educativas y políticas– para avanzar hacia la sostenibilidad (Vilches y Gil-Pérez, 2003).

LAS CAUSAS. DESEQUILIBRIOS EN EL CONSUMO



Al estudiar las causas de la actual situación de emergencia planetaria, hay que referirse al hiperconsumo de las sociedades «desarrolladas» y de los grupos poderosos de cualquier sociedad, que sigue creciendo como si las capacidades de la Tierra fueran infinitas (Daly, 1997; Brown y Mitchell, 1998; Folch, 1998; García, 1999). Baste señalar que los veinte países más ricos del mundo han consumido en este siglo más naturaleza, es decir, más materia prima y más recursos energéticos no renovables, que toda la humanidad a lo largo de su historia y de su prehistoria (Vilches y Gil-Pérez, 2003).

La solución al crecimiento insostenible no puede consistir en que todos vivamos sumidos en una renuncia absoluta: comida muy frugal, viviendas demasiado modestas, ausencia de desplazamientos, de prensa, etc. Ello, además, no modificaría de manera suficiente un hecho terrible que algunos estudios han puesto en evidencia: cerca del 40% de la producción fotosintética primaria de los ecosistemas terrestres es usado por la especie humana, cada año, para comer, para obtener madera y leña, etc. Incluso la más drástica reducción del consumo de ese 20% rico de los seres humanos no resuelve este problema, que amenaza muy seriamente a la biodiversidad.

En conclusión, es necesario evitar el consumo de productos que dañen el medio ambiente por su alto impacto ambiental; resulta imperioso ejercer un consumo más responsable, alejado de la publicidad agresiva que nos empuja a adquirir productos inútiles... Pero, aunque todo esto es necesario, no es suficiente. Se hace indispensable también abordar otros problemas, tales como el crecimiento explosivo que ha experimentado, en muy pocas décadas, el número de seres humanos, problema al que dedicaremos el siguiente apartado.

LAS CAUSAS. CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO, DESEQUILIBRIOS Y SOSTENIBILIDAD



Dada la frecuente resistencia a aceptar que el crecimiento demográfico representa hoy un grave problema (Vilches y Gil-Pérez, 2003), conviene proporcionar algunos datos acerca del mismo que permitan valorar su papel, junto con el hiperconsumismo de una quinta parte de la humanidad, en el actual crecimiento no sustentable (Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo, 1988; Ehrlich y Ehrlich, 1994; Brown y Mitchell, 1998; Folch, 1998):

Desde mediados del siglo xx han nacido más seres humanos que en toda la historia de la humanidad, y, como señala Folch (1998), «pronto habrá tanta gente viva como muertos a lo largo de toda la historia: la mitad de todos los seres humanos que habrán llegado a existir estarán vivos».
Aunque se ha producido un descenso en la tasa de crecimiento de la población, ésta sigue aumentando en unos ochenta millones de seres cada año, por lo que se duplicará de nuevo en pocas décadas.
Como han explicado los expertos en sostenibilidad, en el marco del llamado Foro de Río, la actual población precisaría de los recursos de tres Tierras para alcanzar un nivel de vida semejante al de los países desarrollados.
«Incluso si consumieran, en promedio, mucho menos que hoy, los nueve mil millones de hombres y de mujeres que poblarán la Tierra hacia el año 2050 la someterán, inevitablemente, a un enorme estrés» (Delibes y Delibes, 2005).

Hasta aquí hemos tratado de aproximarnos a los problemas que afectan a la humanidad y a las posibles causas que están en la raíz de los mismos, que constituyen, a su vez, problemas estrechamente relacionados (Vilches y Gil-Pérez, 2003; Gil-Pérez y otros, 2003; Edwards y otros, 2004). Pero no basta con diagnosticar los problemas. Eso nos podría hacer caer en el deprimente e ineficaz discurso de «cualquier tiempo futuro será peor» (Folch, 1998). En ese sentido, Hicks y Holden (1995) afirman: «estudiar exclusivamente los problemas, provoca, en el mejor de los casos, indignación, y, en el peor, desesperanza». Es preciso, por ello, impulsar a que se exploren futuros alternativos y a que se participe en acciones que favorezcan dichas alternativas (Tilbury, 1995). Nos referiremos a esos temas en los siguientes apartados.

LAS SOLUCIONES. TECNOLOGÍAS PARA LA SOSTENIBILIDAD



Cuando se plantea el asunto de la contribución de la tecnociencia a la sostenibilidad, la primera consideración que es preciso hacer consiste en cuestionar cualquier expectativa de encontrar soluciones puramente tecnológicas a los problemas a los que se enfrenta hoy la humanidad.
Por supuesto, existe un consenso general acerca de la necesidad de dirigir los esfuerzos de la investigación y de la innovación hacia el logro de tecnologías favorecedoras de un desarrollo sostenible (Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo, 1988; Gore, 1992; Daly, 1997; Flavin y Dunn, 1999), incluyendo desde la búsqueda de nuevas fuentes de energía hasta el incremento de la eficacia en la obtención de alimentos, pasando por la prevención de enfermedades y de catástrofes, por el logro de una maternidad y de una paternidad responsables, o por la disminución y el tratamiento de residuos.

Se trata, entonces, de superar la búsqueda de beneficios particulares a corto plazo, que es lo que ha caracterizado a menudo el desarrollo tecnocientífico, y potenciar tecnologías básicas susceptibles de favorecer un desarrollo sostenible que tenga en cuenta, al mismo tiempo, las dimensiones local y global de los problemas a los que nos enfrentamos.

Para terminar, debemos señalar que ya existen soluciones tecnológicas para muchos de los problemas planteados –aunque, por supuesto, será siempre necesario seguir investigando–, pero dichas soluciones tropiezan con las barreras que suponen los intereses particulares o las desigualdades en el acceso a los avances tecnológicos, que se acrecientan cada día.

Todo ello, insistimos, viene a cuestionar la idea simplista de que las soluciones a los problemas con los que se enfrenta hoy la humanidad dependen fundamentalmente de tecnologías más avanzadas, olvidando que las opciones, los dilemas, a menudo son, antes que cualquier otra cosa, éticos (Aikenhead, 1985; Martínez, 1997; García, 2004). Se precisan también medidas educativas y políticas, es decir, es necesario y urgente proceder a un replanteamiento global de nuestros sistemas de organización, porque estamos asistiendo a un deterioro ambiental que amenaza, si no es atajado, con lo que algunos expertos han denominado «la sexta extinción»ya en marcha (Lewin, 1997), de la que la especie humana sería la principal causante y la más importante víctima. A ello responde el llamamiento de las Naciones Unidas para una Década de la educación para un Futuro Sostenible.

LAS SOLUCIONES. EDUCACIÓN PARA LA SOSTENIBILIDAD



Como ha señalado la unesco: «El Decenio de las Naciones Unidas para la educación con miras al desarrollo sostenible pretende promover la educación como fundamento de una sociedad más viable para la humanidad, e integrar el desarrollo sostenible en el sistema de enseñanza escolar a todos los niveles. El Decenio intensificará igualmente la cooperación internacional en favor de la elaboración y de la puesta en común de prácticas, políticas y programas innovadores de educación para el desarrollo sostenible».

En esencia, se propone impulsar una educación solidaria –superadora de la tendencia a orientar el comportamiento en función de intereses a corto plazo, o de la simple costumbre– que contribuya a una correcta percepción del estado del mundo, que genere actitudes y comportamientos responsables, y que prepare para la toma de decisiones fundamentadas (Aikenhead, 1985) dirigidas al logro de un desarrollo culturalmente plural y físicamente sostenible (Delors, 1996; Cortina y otros, 1998).

Es necesario, también, que las acciones individuales y colectivas eviten los planteamientos parciales, centrados sólo en cuestiones ambientales (contaminación, pérdida de recursos, etc.), y que se extiendan a otros aspectos íntimamente relacionados, como el de los graves desequilibrios existentes entre distintos grupos humanos, o los conflictos étnicos y culturales (campañas favorables a la cesión del 0,7 del presupuesto, institucional y personal, para ayudar a los países en desarrollo, defensa de la pluralidad cultural, etc.). En definitiva, es preciso reivindicar de las instituciones ciudadanas que nos representan (ayuntamientos, asociaciones, parlamento...), que contemplen los problemas locales en la perspectiva general de la situación del mundo y que adopten medidas al respecto, tal como está ocurriendo ya, por ejemplo, con el movimiento de «ciudades por la sostenibilidad». Como afirman González y de Alba (1994), «el lema de los ecologistas alemanes ‘pensar globalmente, pero actuar localmente’ a lo largo del tiempo ha mostrado su validez, pero también su limitación: ahora se sabe que también hay que actuar globalmente». Ello nos remite a las medidas políticas, que, junto a las educativas y a las tecnológicas, resultan imprescindibles para sentar las bases de un futuro sostenible.

LAS SOLUCIONES. UN NUEVO ORDEN MUNDIAL HACIA EL LOGRO DE LA SOSTENIBILIDAD



No es posible abordar, desde una perspectiva local, problemas que afectan a todo el planeta; sin embargo, hoy la globalización tiene muy mala prensa, y son muchos los que denuncian las consecuencias del vertiginoso proceso de globalización financiera. Pero el problema no está en la globalización, sino en su ausencia (Vilches y Gil-Pérez, 2003). ¿Cómo puede ser globalizador un proceso que aumenta los desequilibrios? No pueden ser mundialistas quienes buscan intereses particulares a corto plazo, aplicando políticas que perjudican a la mayoría de la población. Este proceso tiene muy poco de global en aspectos que son esenciales para la supervivencia de la vida en nuestra Tierra.

El avance hacia estructuras globales de deliberación y de decisión, con capacidad para hacer efectivas sus resoluciones, se enfrenta a serias dificultades, pero constituye una exigencia, como hemos venido señalando, ya que nos va en ello la supervivencia y el derecho a la vida. Conectamos así con la cuestión fundamental de los derechos humanos, todos ellos estrechamente ligados al logro de la sostenibilidad, tal como veremos a continuación.

LAS SOLUCIONES. DERECHOS HUMANOS Y SOSTENIBILIDAD



El logro de la sostenibilidad aparece hoy asociado de forma indisoluble a la necesidad de universalización y de ampliación de los derechos humanos. Sin embargo, esta vinculación tan directa entre superación de los problemas que amenazan la supervivencia de la vida en la Tierra y la universalización de los derechos humanos, suele producir extrañeza y dista mucho de ser aceptada con facilidad. Por ello, conviene detenerse, aunque sea de manera muy breve, en lo que se entiende hoy por Derechos Humanos, un concepto que ha ido ampliándose hasta contemplar tres «generaciones» de derechos (Vercher, 1998), que constituyen, como ha sido señalado, requisitos básicos de un desarrollo sostenible.

Nos referimos a la necesidad de contemplar, igualmente, la universalización de los derechos económicos, sociales y culturales, también denominados «derechos humanos de segunda generación» (Vercher, 1998), que fueron reconocidos bastante después de los derechos políticos. Hubo que esperar a la Declaración Universal de 1948 para verlos recogidos, y mucho más para que empezara a prestárseles una atención efectiva. Entre estos derechos podemos destacar:

El derecho universal a un trabajo satisfactorio y a un salario justo, superando las situaciones de precariedad y de inseguridad, próximas a la esclavitud, a las que se ven sometidos centenares de millones de seres humanos (de los que más de doscientos cincuenta millones son niños).

El derecho a una vivienda apropiada en un entorno digno, es decir, en poblaciones de dimensiones humanas, levantadas en lugares idóneos –con una adecuada planificación que evite la destrucción de terrenos productivos, las barreras arquitectónicas, etc.–, y que se constituyan en foros de participación y de creatividad.

El derecho universal a una alimentación nutritiva, tanto desde un punto de vista cuantitativo (desnutrición de miles de millones de personas) como cualitativo (dietas desequilibradas), lo que dirige la atención hacia nuevas tecnologías de producción agrícola.

El derecho universal a la salud. Ello exige recursos e investigaciones para luchar contra las enfermedades infecciosas, que hacen estragos en amplios sectores de la población del Tercer Mundo (cólera, malaria, etc.), y contra las nuevas enfermedades «industriales» (tumores, depresiones...) y «conductuales», como el sida. Se hace precisa, del mismo modo, una educación que promueva hábitos saludables, que reconozca el derecho al descanso, que promueva el respeto y la solidaridad con las minorías que presentan algún tipo de dificultad, etcétera.

El derecho a la planificación familiar y al libre disfrute de la sexualidad, lo que significa que no se tenga que conculcar la libertad de otras personas, evitando y combatiendo, al mismo tiempo, las barreras religiosas y culturales que condenan, por ejemplo, a millones de mujeres al sometimiento.

El derecho a una educación de calidad, que se pueda prolongar a lo largo de toda la vida, sin limitaciones de origen étnico, de género, etc., que genere actitudes responsables, y que haga posible la participación en la toma fundamentada de decisiones.

El derecho a la cultura, en su más amplio sentido, como eje vertebrador de un desarrollo personal y colectivo estimulante y enriquecedor.

El reconocimiento del derecho a investigar todo tipo de problemas (origen de la vida, manipulación genética, etc.) sin limitaciones ideológicas, pero tomando en consideración sus implicaciones sociales y las que puedan tener sobre el medio, y ejerciendo un control social que evite la aplicación apresurada, guiada por intereses a corto plazo, de tecnologías que no hayan sido contrastadas de modo suficiente, y que pueden afectar, como tantas veces ha ocurrido, a la sostenibilidad. Se trata, pues, de completar el dere­cho a investigar con la aplicación del llamado Principio de Cautela, Precaución o Prudencia.

 INCONCLUSIÓN



Frente a las habituales «conclusiones» con las que parece obligado terminar un artículo, hemos elegido el título de «inconclusión» para resaltar el hecho de que apenas estamos en los comienzos de una década que será decisiva en uno o en otro sentido: tristemente decisiva, si continuamos aferrados a nuestras rutinas y no tomamos conciencia de la necesidad de revertir un proceso de degradación que nos envía con reiteración continua señales inequívocas en forma de calentamiento global, de catástrofes antinaturales, de pérdida de diversidad biológica y cultural, de millones de muertes por inanición y por guerras –fruto suicida de intereses a corto plazo y de fundamentalismos–, de dramáticos movimientos migratorios, etc. Por fortuna decisiva, si somos capaces de crear un movimiento universal en favor de un futuro sostenible que debe comenzar hoy. Ese es el objetivo que podemos y que debemos plantearnos, siendo conscientes de las dificultades, pero estando resueltos a no seguir escondiendo la cabeza bajo la tierra, y permaneciendo decididos a forjar las condiciones de un mundo nuevo (Mayor Zaragoza, 2000), que será plenamente solidario... o no lo será. 

viernes, 12 de junio de 2015

ESCUELAS DE GEOGRAFÍA PARA

EDUCAR EN CIUDADANÍA


En los momentos del umbral del tercer milenio, la geografía tiene ante sí nuevos retos. Los proyectos de configurar un mercado mundial inciden en la posición estratégica de los lugares, teniendo en cuenta los recursos humanos y posibilidades de desarrollo local. Y en este ámbito surgen nuevas preocupaciones humanas, de tal manera que los conocimientos geográficos se hacen cada vez más relevantes. Así la globalización económica, las interrelaciones entre lo local y lo global hace más necesaria una formación intelectual que facilite el diálogo entre el espacio y las relaciones sociales.

Queremos plantear con claridad que el mito de la unidad de la geografía ha servido para conformar una opinión pública que ha sido sumisa con las estrategias emanadas desde el poder político. Sin embargo, lejos de esta imagen de homogeneidad es fácil reconocer una pluralidad de enfoques en la materia, que ya no sólo se corresponden sólo con un listado de hechos y conceptos de una cultura académica, sino también los procedimientos y técnicas utilizadas por los investigadores para solucionar problemas que se habían planteado en relación con las expectativas sociales. Y mantenemos que estos enfoques teóricos son los que posibilitan su utilización didáctica a través de los proyectos curriculares.

El mito de la geografía “en singular”:
de la dialéctica de los paradigmas a la pluralidad de enfoques

Cuando se debate acerca de la organización del currículo escolar se suele identificar cada materia escolar con una sola manera de entender este conocimiento. En el caso de la geografía se alude al papel de esta materia en la enseñanza o de su relación con la historia y otras ciencias sociales. Todo un discurso que reduce su aportación a una concepción decimonónica del saber académico. Así la geografía y la historia eran las encargadas de dar cuenta del sentido patrio del devenir histórico y del territorio organizado políticamente4 ; una formación destinada a las elites sociales, pues ellas eran las destinatarias de estas informaciones que se desarrollaban en Primaria Superior y Secundaria. Más tarde fue necesario compendiar estos hechos en unos manuales destinados a una población más numerosa. Desde entonces, finales del siglo XIX e inicio del XX, los equívocos entre pasado e historia, entre espacio y territorio o entre cronología y tiempo no han hecho más que aumentar.

El traslado de la geografía académica al marco escolar

En efecto, nuestra tesis indica que la manera de entender la geografía escolar se remonta a la sistematización que hace Paul Vidal de la Blache (1845-1918) del conocimiento geográfico, una descripción de diferentes territorios (regiones y Estados) en las cuales se combinaban factores del medio físico y de la acción antrópica. Cuando en el siglo XX surgen nuevas formas de entender la explicación geográfica del espacio, la consiguiente especialización (geomorfología, climatología, biogeografía, geografía del género...) da lugar a una fragmentación disciplinar que hace difícil seguir manteniendo las mismas posiciones educativas. Los geógrafos universitarios ya no mantenían unas metas semejantes, que estaban determinadas por la idea de la armonía entre el medio físico y la acción antrópica. Aparecen nuevas preocupaciones que no eran ajenas al crecimiento de la urbanización y de los conflictos que aparecían en la ordenación del territorio.

Un diagnóstico semejante era el que se podía verificar en los proyectos curriculares, que aparecen en el ámbito anglosajón al socaire de la llamada Nueva Geografía. Una posición que contrasta con las dudas esbozadas por el gremio de profesores de geografía e historia de Francia o de las incertidumbres generadas por las innovaciones en Alemania.

En el caso que nos ocupa, la definición del objeto de la geografía, el espacio, es bien elocuente de lo que se ha comentado. Así, siguiendo la síntesis realizada por J. Ortega (2000; 366-367) podemos entender al menos tres concepciones de este objeto disciplinar. En primer lugar, el que interpreta el espacio como medio natural, o sea escenario sobre el que transcurren las relaciones sociales. En segundo lugar aparece la visión subjetiva del espacio, como identidad humana, que se proyecta sin límites definidos. En tercer lugar como práctica social, como producto de la actividad humana, en gran medida como resultado de la interpretación capitalista del espacio, que deriva en mercancía. Sin duda, la opción hegemónica de la cultura escolar es la primera concepción, lo cual no impide que surjan otras interpretaciones posibles.

En resumen podemos afirmar que no sólo existe una pluralidad de enfoques en el análisis del objeto de la geografía, sino también en sus objetivos y formas de abordar los problemas con su enorme variedad de enfoques metodológicos y técnicas específicas.

Los diferentes contextos sociales de los investigadores y profesores

Por eso se hace preciso estudiar los intereses concretos de los investigadores en sus prácticas profesionales. No hay duda que el Estado de las Autonomías en España favoreció el auge de monografías y síntesis regionales, que rehabilitaron el papel de la geografía tradicional en beneficio de las autoridades políticas locales y autonómicas. Igualmente los informes técnicos que solicitan las instituciones ha influido en el auge de las técnicas y metodologías relacionadas con la ordenación del territorio y el desarrollo sostenible, donde la geografía se reduce a una panoplia de contenidos técnicos.

Espacio cotidiano, espacio complejo, espacio banal, según las diferentes concepciones y que deriva en los momentos iniciales del siglo XXI en el espacio cibernético, que modifica las distancias físicas en aras de una proximidad telemática y construye nuevos hábitos de relación social y espacial. Un espacio que nos remite desde la misma etimología al concepto de orden, dominio (ciber). Un espacio que mantiene una organización bajo el aparente caos de la simultaneidad de las relaciones sociales.

Los modelos educativos y las teorías geográficas: De las teorías paradigmáticas de aprendizaje a la diversidad social.

En relación con la educación que se persigue a través de la geografía como materia de formación también entendemos que existen diversas maneras de organizar los modelos curriculares; o sea, cómo y qué se enseña. En España es predominante una concepción que entiende que el profesorado y los manuales escolares son los depositarios del saber y los alumnos sus receptores pasivos. También es cierto que se han abierto nuevos enfoques a la innovación didáctica, que han considerado la evolución de los paradigmas y las necesidades sociales. Sin embargo, el camino de las mejoras pedagógicas es mucho más complejo, pues no sólo concierne al cambio de métodos y objetivos de investigación, sino también a la capacidad para convencer a otros colegas para romper con la hegemonía cultural de los temarios y libros de texto.

El diálogo entre paradigmas y modelos educativos

Las investigaciones e innovaciones en didáctica de la geografía se han preocupado por el papel de las escuelas o tendencias dentro del campo disciplinar. En más de una ocasión se ha definido esta cuestión como una relación directa entre los denominados paradigmas en geografía y su aplicación didáctica en el mundo escolar. Sobre este particular quiero hacer dos precisiones iniciales.

La quiebra del cambio paradigmático en los años finales del veinte

Desde una posición teórica de cambio de paradigma, la geografía escolar se podía entender como una práctica positivista, en la cual se producía una trasposición desde el ámbito académico al escolar. Son los años ochenta y noventa, en las cuales se difunden las teorías de Audigier, que tiene un núcleo difusor en Barcelona, muy próximas a las expuestas por Chevallar para las matemáticas. Una posición que será revisada en las décadas finales del milenio por autores procedentes del campo de la historia de la educación: Goodson, Chervel o Raimundo Cuesta (2003). Las relaciones entre el conocimiento científico y el escolar legitiman las materias escolares como productos que proceden del saber docto, pero que llegan al aula a través de los agentes y medios de las instituciones escolares, lo que genera una forma específica de producción.

Una alternativa: los proyectos curriculares y el modelo del profesor investigador

La renovación pedagógica, presupuesto básico para aumentar la calidad docente, ha incidido desde los años setenta en la reivindicación de la figura del profesor-investigador. Sin embargo, en el caso concreto de la didáctica de la geografía y de la historia este papel se ha confundido con el de una persona que hace su trabajo al margen de la tarea docente; o sea, una persona que se desplaza a los archivos locales, realiza diversos trabajos de campo y cita bibliografía académica. Creemos que este sesgo de la investigación ha estado muy determinado por la coyuntura de los estudios comarcales y municipales después de la “reconquista” democrática del poder local en el período de 1975 a 1978, donde bajo una aparente investigación educativa se repetían los tópicos de la geografía regional aplicada a un territorio próximo y con una escala grande: el municipio o la Comunidad Autónoma donde se ubicaba el centro escolar.

Implicaciones en la praxis escolar


La praxis escolar la podemos definir como la adopción de una serie de medidas conducentes para confeccionar un conjunto de actividades didácticas. Dicha actuación está guiada por nuestros conceptos del saber escolar. Hemos pretendido reflejar en líneas precedentes cómo puede influir en esta toma de decisiones el hecho de tener un conocimiento riguroso sobre la pluralidad de perspectivas de análisis geográfico; o sea un proyecto curricular. Un saber que implica una impugnación de la singularidad y pretendida especificidad de la disciplina escolar que llamamos geografía.

ESTRATEGIA DE EDUCACIÓN AMBIENTAL


Ante un panorama de degradación ambiental poco alentador y con situaciones tales como la escasez del agua, la pérdida de la biodiversidad, de los bosques y las selvas, y la contaminación, entre muchos otros problemas, se hace evidente la necesidad de lograr una ciudadanía que tenga las competencias para enfrentar estos retos y encontrar soluciones.

El Centro de Educación y Capacitación para el Desarrollo Sustentable (Cecadesu) de la Semarnat se dio a la tarea de trabajar coordinadamente, con las distintas instancias de todos los ámbitos, para tejer el entramado necesario que permitiera la construcción de una política de estado que sustente y enmarque los programas y las acciones de educación para la sustentabilidad en todo el país.

La presente Estrategia de educación ambiental para la sustentabilidad en México apunta principios y líneas de actuación presentes y futuras en materia de educación ambiental para la sustentabilidad en el país. Con ello se busca potenciar la participación de los sectores gubernamentales vinculados con los campos del medio ambiente y la educación, de las instituciones educativas y de investigación, de los organismos civiles, de las organizaciones sociales y del sector privado, en el marco de una visión articulada de carácter nacional, con responsabilidad global.

Se definió la Estrategia como una herramienta de planificación de carácter general, en la que se formularían orientaciones articuladas y de nivel macro, para el rumbo de las políticas en materia de educación ambiental para la sustentabilidad en el país. Con base en lo anterior, se planeó elaborar una estrategia con las siguientes características:

Participativa e incluyente: el principio de la máxima participación social posible estuvo presente.
Autónoma y plural: el proceso de elaboración de la Estrategia no estuvo supeditado a una institución, sino que se desenvolvió con autonomía, buscando reflejar las posiciones plurales existentes en el campo.

Abierta y flexible: la Estrategia de educación ambiental para la sustentabilidad en México no es un documento que pueda considerarse concluido ni sus propuestas deben asumirse con rigidez.

Comprehensiva e integral: el campo de la educación ambiental para la sustentabilidad requiere un planteamiento estratégico que abarque las distintas modalidades educativas, los diferentes actores sociales involucrados, los distintos subcampos de acción (investigación, comunicación, legislación, entre otros).

El primero de ellos se elaboró como resultado del acercamiento por parte de la Asociación Norteamericana de Educación Ambiental (NAAEE, por sus siglas en inglés) hacia México. Esta primera versión del documento, apoyada por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por siglas en inglés) se puso a consideración en una reunión llamada nacional, ya que contó con la participación de representantes de unas dos decenas de entidades de la República, celebrada en Oaxtepec, Morelos, en marzo de 1992. El segundo documento surgió inmediatamente después del primero, promovido por la UNESCO, bajo los auspicios del PNUD, en 1992, consistente en impulsar el desarrollo de estrategias en educación ambiental en países latinoamericanos y del Caribe. Igual que el anterior ejercicio, el documento se sometió a una amplia y abierta discusión para enriquecerlo y auspiciar su apropiación.

Ambos documentos, aparecidos casi simultáneamente, fueron ampliamente difundidos entre los educadores ambientales de América Latina y España, con quienes se estableció comunicación durante los trabajos previos al primer Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental, y durante éste.

Educación ambiental para la sustentabildad:
consideraciones conceptuales y prácticas para su futuro

Los patrones actuales de producción y consumo son insostenibles y han tenido como consecuencia la profundización y ampliación de la pobreza y la destrucción de los ecosistemas. Tales patrones están ligados al concepto convencional y predominante de desarrollo.

La tendencia que ha llevado a igualar desarrollo con crecimiento cuantitativo generó que los gobiernos nacionales tomaran al mundo como un escenario de lucha económica, donde los países compiten por una mejor posición en el Producto Mundial Bruto (PMB), es decir, el valor total de la riqueza producida por la sociedad planetaria.

En el informe Más allá de los límites del crecimiento (Meadows, 1993), los investigadores reconocen que las tres conclusiones delineadas en su estudio anterior (realizado 20 años atrás y titulado Los límites del crecimiento [Meadows, 1975]) seguían siendo válidas, aunque había que reforzar los siguientes aspectos:

Primero, que el crecimiento de la actividad humana extractiva y contaminante ha rebasado la capacidad de carga de muchos ecosistemas. Segundo, que esa disminución no es inevitable, siempre y cuando se den: a) una revisión global de las políticas y prácticas que perpetúan el crecimiento del consumo material y de la población; b) un incremento rápido y drástico de la eficiencia con la que se utilizan los materiales y las energías. Tercero, que una sociedad sostenible es aún técnica y económicamente posible.

La sustentabilidad como marco para la educación ambiental

El que entiende la sustentabilidad como “crecimiento económico sostenido”, es decir, no dejar de crecer, no dejar de generar desarrollo en el sentido convencional, pero con ajustes, especialmente de carácter económico y tecnoló- gico.El que asume que los límites mostrados por la naturaleza en las últimas décadas obligan a poner en duda la viabilidad del crecimiento económico indefinido y, por lo tanto, exigen repensar de manera integral las formas de aprovechamiento de los recursos naturales.

Finalmente, está el enfoque que asume que la sustentabilidad implica el cuestionamiento y la reconstrucción de todos los elementos (éticos, sociales, políticos, económicos, ecológicos) que otorgan sentido a las sociedades humanas y a su relación con su entorno natural.

Independientemente de las diferencias en la forma de entender lo que es la sustentabilidad, los educadores ambientales deben considerar las dimensiones siguientes (además de otras que serán abordadas en un apartado posterior): a) ecológica, se relaciona con la preocupación por los ecosistemas y la garantía de mantener en el largo plazo la base material en la que se sustentan las sociedades humanas; b) económica, que implica asegurar tanto las oportunidades laborales, en un contexto de equidad, para los miembros de una sociedad, como el flujo de bienes y servicios que satisfagan las necesidades definidas por ésta; c) política, que se refiere, en términos de Guimaraes (1994), en el plano micro, a la democratización de la sociedad, y en el plano macro, a la democratización del Estado, y a la necesidad de construir ciudadanía y buscar garantizar la incorporación plena de las personas a los procesos de desarrollo.

Actuales tendencias de cambio en la educación ambiental para la sustentabilidad

Hay consenso entre los actores sociales involucrados en el campo de la educación ambiental para la sustentabilidad de que ésta no posee aún un cuerpo teórico consolidado. Esta debilidad puede explicarse por varios factores: a) la corta trayectoria de esta tendencia educativa, que apenas tiene alrededor de 30 años; b) la muy reciente identidad y despunte de la investigación en educación ambiental; c) la predominancia de esfuerzos prácticos, no sólo extracurriculares, sino en muchos casos anti-intelectuales; d) la preponderante presencia en el surgimiento y desarrollo del campo de profesionales de las ciencias naturales que, a pesar de sus muchos aportes brindados, no tenían como prioridad el fortalecimiento teórico-filósofico y pedagógico de la educación ambiental; y e) la confluencia de varias disciplinas para la construcción del campo, que genera una tendencia hacia paradigmas complejos, cuyo establecimiento tampoco tiene la suficiente madurez, dada su escasa tradición teórica y epistemológica.

1) De la conservación ecológica a la complejidad ambiental. La educación ambiental ha ido caminando de manera paulatina desde un enfoque reduccionista, de carácter principalmente biologicista, a una visión sistémica que reconoce que la importante lucha por conservar los ecosistemas no puede aislarse del contexto económico, político y social.

2) De la divulgación de los problemas ecológicos a la pedagogía ambiental. La educación ambiental surge ligada a la preocupación por la acelerada afectación de los ecosistemas en el país y en el mundo; ligado a ello se empezaron a diseñar programas y proyectos que permitieran informar a la sociedad sobre los serios problemas ecológicos como consecuencia de las sociedades humanas.

3) Desde la atención puntual a los problemas ecológicos hacia la construcción de actores sociales con una estrategia política. Hay otra tendencia en la teoría de la educación ambiental, especialmente en la modalidad no formal, por abandonar una visión reducida en la que priva la preocupación por la solución puntual y específica de los problemas ecológicos.

4) De la diversidad atomizada a la pluralidad compartida. Otra tendencia teórica de la educación ambiental va desde las visiones aisladas, de escaso interés en el intercambio conceptual hacia el conocimiento y el reconocimiento de las diferencias conceptuales internas existentes en el campo.

5) De la práctica divorciada de la teoría, a la praxis. La educación ambiental ha ido pasando, a fuerza de insistencia de algunos de sus pensadores más influyentes en el país, de un conjunto de prácticas y acciones comprometidas con la solución de problemas, a un juego más complejo, donde éstas son analizadas y evaluadas desde perspectivas de carácter más conceptual.

6) Del voluntarismo y el proyecto a la institucionalización y la política pública. La educación ambiental ha tenido también en las últimas tres décadas un desplazamiento desde acciones y proyectos de carácter voluntario, puntual y atomizado, hacia una postura que reconoce la necesidad de darle centralidad política y visibilidad pública a este campo.

Dimensiones y planos a profundizar en la educación ambiental para la sustentabilidad

1) Dimensión política La educación ambiental para la sustentabilidad debe canalizar esfuerzos en la construcción de sujetos críticos que asuman posturas claras y en colectividad, y amplíen los espacios de gestión social y garanticen, desde sus propias prácticas, las condiciones de diálogo, de respeto y de participación como derechos que son indispensables para la sustentabilidad.

2) Dimensión ecológica Cualquier concepto de sustentabilidad que no gire alrededor del principio que enfatiza la dependencia de las sociedades humanas hacia los ecosistemas, no tiene sentido.

3) Dimensión epistemológica y científica. Redclift (1997), como muchos otros, se pregunta: “¿está capacitada la ciencia ante la tarea que enfrentamos –equipar a las sociedades humanas para manejar el medio ambiente de manera sustentable?” y este mismo autor reconoce que la autoridad social de la ciencia y la tecnología está siendo, en este sentido y en otros, enjuiciada, especialmente en los países del Norte.

4) Dimensión pedagógica Se refiere a la planeación y diseño de situaciones de aprendizaje, la relación comunicativa entre los actores del mismo (aspecto al que se le dedicará un apartado completo por la relevancia que tiene y la escasa atención que se le ha dado) y de sus instrumentos didácticos (como materiales y medios de difusión) para facilitar la comprensión de la realidad y su transformación en el plano personal y comunitario.

5) Dimensión ética Un proyecto de transformación ambiental, desde el punto de vista educativo, además de replantear el proceso de generación o construcción de conocimiento, debe analizar la orientación valoral y política que están detrás de tal conocimiento.

6) Dimensión económica Detrás del concepto de desarrollo, entendido de manera predominante, de acuerdo con lo planteado en un apartado anterior, como un cambio evolutivo, lineal y mecánico de las sociedades, existe un pensamiento económico que cree en la posibilidad del crecimiento infinito de la producción y el consumo, y cuya perspectiva determinista se ha resistido a la modificación de sus principios.

7) Dimensión cultural La cultura es una estrategia adaptativa. Es una plataforma que tiene múltiples instrumentos de adaptación y transformación del medio. Ello significa que la especie humana no se adapta, o transforma el medio, exclusivamente a través de la técnica, sino también por medio de instrumentos sociales y simbólicos.

Legislación en educación ambiental

Aspectos constitucionales y de la legislación federal La educación ambiental para la sustentabilidad, pensada en el marco de los términos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, debe considerar la distribución de las competencias que en materia de educación y de desarrollo sustentable corresponden a la Federación, los estados, el Distrito Federal y los municipios.

Educación básica

La Secretaría de Educación Pública (SEP) se propuso desde la década de los años 70 como una de sus metas prioritarias el fortalecimiento de diversas acciones trascendentales para promover la apreciación, el conocimiento y la conservación del ambiente,2 tanto en la educación básica (preescolar, primaria y secundaria), como en los programas de formación inicial y permanente de los docentes, iniciados con la reforma educativa de 1993. Lo anterior ha tenido continuidad y en el Plan Nacional de Educación 2001-2006 se establece, dada la situación ambiental y los retos que ella implica, una línea de acción orientada a “fortalecer la educación ambiental en el currículo de la educación básica, reconociendo su valor en la formación de individuos que responsablemente apoyen el desarrollo sustentable”

Establecimiento de un convenio de colaboración con la anterior Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnap) para impulsar programas de educación ambiental y de aprovechamiento sustentable de los recursos naturales en las escuelas de educación básica.

Actualmente los docentes que laboran en los tres niveles educativos cuentan con los siguientes apoyos:

Preescolar. Material para actividades y juegos educativos y Guía para madres y padres. El primero contiene actividades, como la clasificación de hojas de plantas, la observación de animales y plantas de diversos paisajes de México, la descripción de cambios en la naturaleza (fases de la luna y estaciones del año) y el conocimiento de algunas características del ciclo de vida de ciertos animales. La guía, por otra parte, incluye orientaciones para el uso apropiado del material en el ámbito familiar. El nuevo plan y programa de educación preescolar (2004) ha reforzado los contenidos ambientales y se espera que la SEP elabore materiales didácticos para los alumnos y docentes.

Primaria. Plan y programas de las asignaturas, libros de texto gratuitos para los alumnos y libros para el maestro correspondientes a los seis grados escolares (a excepción del libro para el maestro de segundo grado). El plan y programas, entre sus propósitos esenciales, indica que los alumnos:

a) adquieran conocimientos fundamentales para comprender los fenómenos naturales, en particular los relacionados con la preservación de la salud, la protección del ambiente y el uso racional de los recursos naturales;

b) perciban el ambiente como un patrimonio colectivo formado por elementos que se degradan o reducen por el uso irreflexivo y descuidado;

c) comprendan que el progreso material es compatible con el uso racional de los ecosistemas y del ambiente, pero con procesos de prevención y corrección de los efectos destructivos de la actividad humana;

d) reflexionen acerca de la importancia de las conductas individuales y la organización de los grupos sociales en la protección ambiental.

Con el objeto de favorecer la educación ambiental, las actividades didácticas sugeridas en los libros integrados de primero y segundo grados pretenden provocar la reflexión acerca de la influencia del ser humano en la transformación del medio y a identificar los problemas ambientales de la localidad, el campo y la ciudad.

Finalmente, en las actividades de los libros de quinto y sexto grados de educación primaria se fortalece la identificación de los recursos naturales y su aprovechamiento, se analizan los problemas ambientales y se destaca la importancia de la organización y la participación comunitaria en su solución. Es importante resaltar que en estos libros se hace el manejo explícito del concepto desarrollo sustentable durante el tratamiento de los temas anteriores y se relacionan los contenidos ambientales con elementos de la educación en población, en especial con el desarrollo de las actividades humanas en las comunidades urbanas, rurales y en transición.

Secundaria. Este nivel educativo cuenta con un plan y programas, así como con libros de texto y para el maestro de las diversas asignaturas, en los que la estrategia de educación ambiental se concentra en las materias de biología, de primero y segundo grados, y de formación cívica y ética en los tres grados. Dos asignaturas que relacionan algunos de sus contenidos con temas ambientales son geografía y química.

Formación docente

En la licenciatura en educación primaria, en la asignatura de ciencias naturales y su enseñanza I y II, se revisan temas de educación ambiental acordes con el tratamiento del mismo en los libros de texto gratuito. En la licenciatura en educación preescolar se incorporaron estos contenidos en la asignatura relacionada con el medio natural.

Por otra parte, la formación continua de los docentes es fundamental para que los maestros en servicio y los egresados de las escuelas normales logren los propósitos de la educación ambiental, planteados en los planes y programas vigentes de cada nivel educativo. Con base en lo anterior, se diseñaron y actualmente se aplican y evalúan los cursos nacionales de actualización (CNA) para profesores La enseñanza de las ciencias naturales en la escuela primaria y La educación ambiental en la escuela secundaria, como parte del Programa Nacional de Actualización Permanente (Pronap); en ambos, un propósito fundamental es incidir en los conocimientos, habilidades, actitudes y hábitos de los docentes, y en consecuencia de sus estudiantes a favor del ambiente.

Materiales de apoyo

Otros materiales educativos que, además de apoyar el trabajo de los profesores y fortalecer el estudio de estos contenidos, contribuyen a que el aprendizaje se torne más atractivo e interesante, lo constituyen los títulos de la colección Libros del Rincón. Esta colección se ha ampliado de manera significativa con las bibliotecas de aula, cuya primera distribución se realizó en 2003.13 Cada una de las 750 mil aulas de los tres niveles de educación básica recibió un paquete de libros de entre 25 y 30 ejemplares. En estos momentos se está iniciando la selección del tercer acervo de dichas bibliotecas.

Tecnologías de Información y Comunicación


Uno de los avances más significativos en el Sistema Educativo Nacional ha sido el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, como internet a través de la Red Escolar, el uso de la televisión educativa y el proyecto Enciclomedia, el cual vincula estas tecnologías con los libros de texto. La utilización de estos medios han ampliado los beneficios a un mayor sector de la población, con lo cual se optimizan los esfuerzos.